jueves, 21 de enero de 2010

CLASIFICACION ALTOS CARGOS

Que Pedro Sanz ha convertido su Gobierno en la agencia de colocación del PP lo saben hasta los osos del Canadá.

Que el Gobierno de La Rioja "es la mayor agencia de colocación" de gente afín al Partido Popular hasta los pingüinos de la Antártida.

Y que el "derroche y despilfarro" que hace el Gobierno de La Rioja con su "abultado" número de altos cargos y personal de confianza, "colocados a dedo" es la tónica general de este gobierno hasta los canguros de Australia.

Como alguien decía que a la condición de alto cargo de la Administración Pública, como a la cúspide de las montañas, sólo llegan las águilas y los reptiles. Sin embargo hay quien cree que hay una fauna más variada en el mundo de los altos cargos públicos, donde coexisten cobras, guacamayos, delfines, simios y ornitorrincos. Como el juego de las sillas, los cachorros de la política riojana, cada vez que hay una crisis gubernativa o remodelación administrativa, dan vueltas y vueltas hasta que consiguen sentarse en una silla.

Además, al igual que hay una «carrera administrativa» en que el funcionario desde su ingreso va avanzando a golpe de convocatoria de provisión de puesto o mediante promoción interna, existe una invisible “carrera política” en que el aprendiz de mandamás va frecuentando compañías, sembrando lealtades y subiendo escalones del poder público. El funcionario tiene una carrera horizontal ( concursa de puesto a puesto) o vertical (asciende de un grupo al superior) y el político tiene una carrera horizontal ( dentro de la misma Administración ocupa cargos políticos del mismo rango, ej. de concejal de Cementerios pasa a Concejal de Economía), vertical ( asciende en mando, aumenta el tamaño de despacho y mejora el coche oficial, ej. de Director o Secretario General a Consejero) y transversal ( va de Administración en Administración, ej. de Consejero pasa a Presidente de alguna empresa privada).

Un conocido me paso esta clasificación que creo que se adapta a la fauna política riojana del PP y se presta a su clasificación. De poner nombre y apellidos y reconocerlos en el catálogo así como clasificarlos adecuadamente, USTEDES MISMOS QUERIDOS LECTORES:

Hay altos cargos que proceden de la condición previa de funcionario. Llegan al cargo público tras esforzarse con oposiciones y cumpliendo con su trabajo. Creen en un mundo mejor, en que lo público es mejorable. Consiguen pequeños cambios, pero pronto se vuelven peligrosos para sus superiores. El sistema los expulsa y aparta del cargo, eso sí, con mucha felicitación. Hábitos en el despacho: Mucha estantería, libros e informes. Consultan frecuentemente a los letrados porque valoran la legalidad.

Los hay que siguen el juego al partido gobernante pero intentan evitar purgas de funcionarios, buscándoles destinos cómodos. Una especie de topos en el gobierno. Son hábiles estrategas y capaces de ganar tiempo. Hábitos en el despacho: Mantienen comidas de trabajo, la sonrisa frecuente y son devotos de la Blackberry.

También los hay con auténtica vocación y que consiguen promover cambios sustanciales. Pronto una zancadilla del propio partido, de algún grupo de presión o de la prensa consigue que se retire de la política. Hábitos en el despacho: Piden informes y son buenos en los discursos. Amplia mesa de reuniones en su despacho, aunque sin expedientes.

Están los que son el Jefe con mayúsculas. El One. El funcionario nunca llega a ellos. Siempre hay un eventual o un jefe de gabinete. Rara vez asiste a las reuniones. Suelen ser anunciados como “Excelentísimo” y siempre tienen un tiralevitas cerca. Hábitos de despacho: Sólo despacha con quien tiene un enorme despacho.

Otros, son de formas suaves pero tremendamente peligrosas. Son capaces de cesar a su mano derecha sin pestañear. Sin remordimientos. Fríos y eficaces. Fingen sus emociones ante la prensa y la opinión pública. Escuchan mucho y hablan poco. Hábitos en el despacho: Sólo reciben en su despacho cuando el llama; si te manda sentar son buenas noticias, y si te habla mientras estás de pie, ponte en lo peor.

También están los muy tiranos y perfeccionistas. Resulta inaguantable para sus subordinados. Mientras el funcionario le sea útil lo promocionará. No le importan las víctimas en su camino. Hábitos en el despacho: cuenta con numerosos secretarios que son un cruce de guardia pretoriana y mayordomo.

Por supuesto que están los de la rama trepa del partido, del sindicato, de la escuela académica o de la amistad personal. Tienen la concepción de la Administración como cortijo. Se rodean de fieles. Promociones internas y libres designaciones son para sus leales compañeros de camada. Hábitos de despacho: Lee todos los periódicos y está siempre colgado del móvil, pagado con fondos públicos, claro.

Caben también los fundamentalistas de la cosa pública. Tienen enormes prejuicios contra los funcionarios. Consideran que son peones vagos, bien pagados y desagradecidos con quien les paga. El personal huye de su ámbito. Hábitos en el despacho: Casi nunca están en su despacho. Se presentan entre los funcionarios sin avisar. No quiere informes escritos, sino que el funcionario se lo explique y le de soluciones. Pero ya.

Están los que tragado mucho para llegar a alto cargo. Y ahora son soberbios y peligrosos. Se mantendrán en el poder cueste lo que cueste. No le importan las normas morales ni ser acusados de corruptos. Hábitos en el despacho: Ponen los pies sobre la mesa, miran por la ventana y utilizan el alto cargo para recibir invitaciones y facilidades en cualquier evento. Les encanta el peloteo pero mucho más que les tengan miedo.

Los obsesionados con el gasto público. Tremendamente austeros y son la delicia de los interventores. Nunca son renovados en sus cargos. Hábitos en el despacho: Calculadoras y volúmenes de los presupuestos de varios ejercicios.

Los muy inteligentes pero terriblemente egocéntricos. Ellos se creen realmente que son quienes aprueban leyes, Relaciones de Puestos de Trabajo, nombran y cesan. Sin ellos, y según ellos, la Administración no funcionaría. Viven en otro mundo y consiguen figurar en Memorias y obtener reconocimientos oficiales. Hábitos en el despacho: No admiten un no por respuesta y piensan que los informes jurídicos no vinculan nunca a quien como ellos, no ha estudiado derecho, pero no lo necesita para sentirse investido de la razón.

Los de talante suave y formas moderadas pero de vez en cuando la presión política provoca una explosión de carácter. Todo va bien hasta que la prensa se enzarza con su gestión, entonces provocan el zafarrancho del Departamento. Hábitos en el despacho: Son puntuales y con la mesa maniáticamente ordenada con su agenda, abrecartas, calculadora, grapadora, fotos familiares.

Los atormentados. Divididos entre servir al interés público o servir al interés del partido. Anuncian su dimisión cada poco. Su debate interior gira en el «Ser o no ser». Hábitos en el despacho: Mesa repleta de expedientes desordenados, con posits, garabatos de colores, e incesantemente llamado a funcionarios para preguntarles una y otra vez si ya está tramitado el mismo asunto para el que llamó diez minutos antes.

Los que nadie encuentra explicación a como fue nombrado alto cargo. Simple y superficial. Nadie recuerda que haya conseguido nada, pero siempre se promociona. Va de cargo en cargo como el juego de la oca, y siempre aterriza en Presidencias de Entes Públicos generosamente retribuidos. Hábitos en el despacho: Mesa llena de fotos, figurillas, abrecartas y tarjeteros. Toma el café o varios cafés en la mañana.

Los que hacen todo el trabajo de otros cargos más altos. Preparan los discursos y les dan ideas. Toda su vida serán un discreto segundón. Un machaca de alto rango. Hábitos en el despacho: Mesa con Informes a medias, flanqueados por dos ordenadores. Su jornada de trabajo es extenuante y continúa en su domicilio por las noches.

Los cautivadores con su elegancia y porte. Utilizan más la sonrisa que la palabra. Son capaces de conseguir con su encanto personal que los funcionarios trabajen para ellos, haciendo cosas propias de la Administración o incluso atendiendo sus asuntos personales. Hábitos en el despacho: colocarse la corbata, mirarse al espejo, consultar la agenda de reuniones, etc.

En fin, que a buen seguro que los lectores ya habrán reconocido en los tipos descritos a alguno de sus Jefes del pasado o del presente. O incluso algún Jefe se reconocerá con una mueca. También estoy seguro que hay más tipos de Jefes ya que la naturaleza humana es riquísima y sorprendente. Hay tantos altos cargos en la política riojana del PP, y tan diferentes los hábitos en cada Administración, que la condición humana se manifiesta ante la investidura de poder de la forma más asombrosa. Además no es tan fácil encasillar a un Jefe en un tipo de los descritos ya que la personalidad es permeable y en ocasiones según la edad y la experiencia la persona atraviesa por dos o más arquetipos. Ya se sabe el dicho: “Dale un cargo a una persona y conocerás su auténtica personalidad”.